Análisis de ‘Joker’: La película es mucho más oscura y mucho más triste de lo que parece


Joker aterriza en medio de la polémica sobre su mensaje de violencia. Sin embargo, se trata de una versión triste y oscura del personaje que esconde una obra de arte visual y mensaje ambiguo que lleva a debate.

La cinta de Todd Phillips es una forma diferente de aproximarse a los orígenes siempre inciertos de uno de los villanos mejor conocidos del mundo del cómic; y no tiene nada que ver con lo que hemos visto en los tráilers.

Desde su proyección en el Festival de Venecia, la película no ha hecho más que cosechar polémica: desde quien la ha descrito como una de las mejores cintas del año y la ha situado en la carrera por los Oscar, hasta quienes la tildan de comulgar con las ideas incel.



El tráiler nos presenta una versión maquillada de lo que vamos a ver en el cine, así que si tenías alguna idea previa en la cabeza, olvídate de ella. La película es mucho más oscura y mucho más triste de lo que parece. Nada de comediante venido a menos que intenta hacer gracia pero no la tiene, Arthur Fleck, antes de convertirse en Joker, es un hombre con una enfermedad mental que tiene alucinaciones y es un narcisista patológico.

La cinta es una descripción del contexto decadente de la ciudad, infestada de basura y ratas, en la que los ricos se hacen cada día más ricos y la marginalización de los pobres no para de crecer. “¿Soy solo yo o el mundo se está volviendo cada vez más loco?”, comienza preguntándose el protagonista en los primeros minutos. Lo cierto es que las calles de la ciudad son cada vez más inseguras y el descontento general solo necesita una chispa para transformarse en una revolución. Esa chispa es el Joker.

A pesar de todo, lo que más suscita la historia es una sensación pesada de desazón y tristeza. El Joker no intimida, sentimos pena por él. He ahí donde puede radicar la conflictividad de esta película. En el momento en que empatizamos por el personaje podríamos caer en justificar sus actos de pura violencia, como han advertido otros medios desde su primera proyección. Si bien hay un momento hacia el final en el que el discurso se inclina por esta justificación, se trata de una película bastante equilibrada, que deja en manos del espectador sacar sus propias conclusiones. De ahí que las opiniones sean tan dispares.



Se pueden confundir los actos de un hombre enfermo con justicia social.

Es una película que se presta a la interpretación. En parte, por la ambigüedad del mensaje en una época en la que estamos sumidos en un proceso de polarización que no da cabida a las medias tintas. El ambiente social en el que ha aterrizado Joker no difiere tanto al de Gotham en el filme, por lo que es lógico que haya quien se pregunte si es responsable lanzar un relato así al público global. Sin duda, una parte de los espectadores la analizarán con ojo crítico, pero otra parte puede que confunda los actos maníacos de un hombre a la deriva de su propia enfermedad con algún tipo de justicia social.

Phillips ya ha admitido la influencia del cine de Scorsese en esta cinta. En un principio, se la comparó con El rey de la comedia, con la que, sin duda, tiene más de un parecido. No obstante, Joker es mucho más similar a Taxi Driver. Robert De Niro, que tiene un papel secundario en la historia de Phillips, ha hablado de aquella cinta y de cómo levantó suspicacias similares en su época.

Asimismo, algunas de los eventos que vemos en pantalla no pasan en realidad, porque Arthur es un narrador poco fiable debido a sus alucionaciones y fantasías, lo que nos recuerda a ese giro final en El club de la lucha. No podemos fiarnos de todo lo que vemos, y eso hace a la película aún más interesante.




Es una obra de arte visual y una película que, te guste o no el cine de superhéroes, merece la pena ir a ver.

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