Candelaria, tradición que se arraigó


La Candelaria es la celebración de Dios como luz del mundo y a su vez coincide con el inicio del ciclo del agrícola de las culturas prehispánicas.

Así como los católicos presentan al Dios niño en el templo, ataviado con finas ropas, los pueblos prehispánicos agradecían la semilla como don de la tierra, con un ritual de sacrificio de niños que cumplían con características como remolinos en el pelo, y a quienes vestían para la ocasión, explica la doctora María Angélica Galicia, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

En su origen bíblico, explica, el nombre de la Candelaria proviene del Evangelio de Lucas. "Allí Simeón dice: este niño va a ser la luz de todas las naciones", relata la investigadora. "Con esa idea empezó a relacionarse a Jesús con la luz de las naciones, por tanto, la fiesta de ese día, en la religión crisitano-católica, lo representa con candelas o velas".

Con ella coincide Eric Contreras, párroco del Santuario del Señor de la Cuevita, ubicada en Iztapalapa, en la Ciudad de México. "Jesús es la luz que ilumina a la humanidad", refiere. Explica que 40 días después de su nacimiento, el niño Jesús es presentado por sus padres para cumplir con la ley de Moisés. Esta dicta ofrecer para su sacrificio desde un par de tórtolas hasta un par de palomos, de acuerdo con la condición económica y social de cada familia.

Cuando el cristianismo llegó a América con los españoles, éstos hicieron coincidir el Día de la Candelaria con el ritual prehispánico de sacrificio de niños que ofrecían a una de sus deidades para agradecer y celebrar la obtención de la semilla, explica la doctora Galicia.

Destaca que los españoles ajustaban las celebraciones cristiano-católicas para que coincidieran con los ciclos agrícolas de las sociedades prehispánicas. El ciclo agrícola se inicia el 2 de febrero con la bendición de la semilla y es al mismo tiempo la fecha de bendición del niño Jesús, explica la investigadora. Luego en mayo se hacía la petición en los cerros para la lluvia, que corresponde con el Día de la Santa Cruz, dice.

"En las primicias de julio y agosto se celebra a vírgenes y santos y en noviembre, que es el Día de Muertos, ya se recogió la cosecha o se está recogiendo", explica Galicia. En diciembre no se siembra, pero se obtiene la semilla y nace el niño Jesús, explica. "Allí comienza otra vez el ciclo de febrero: se lleva a bendecir la semilla junto a la figura del niño Jesús que nació".

Con la llegada de los españoles, el símbolo de la semilla para la siembra es representado por el Dios cristiano que acaba de nacer. "Por eso, cuando llevan al niño Jesús a la Iglesia, acompañan la figura con semillas como frijol, maíz, pepitas de calabaza, que son las semillas principales", dice Galicia. La base agrícola de las culturas española e indígena enriquecen la tradición. La intención de celebrar al Dios agrícola que se mezcla con el Dios cristiano "da una connotación de un dios cristiano-agrícola que es el niño Jesús y es la representación de la semilla", detalla la investigadora.

De la fusión de las culturas prehispánica y cristina también parte el rito actual de la vestimenta para la presentación y bendición, el 2 de febrero, del Niño Dios en la Iglesia, explica la investigadora.

A la figura del niño Jesús se le viste con sus mejores galas, dice, porque será presentado en el templo, "y en la idea de la religión cristiana al templo se tenía que ir con el mejor ajuar. Esa es la idea de vestir al niño", dice. El párroco Contreras considera que existe una necesidad antropológica en el mexicano de arropar en una imagen a Dios. "En esa imagen vemos, aunque no lo es, una persona, por eso le damos los cuidados de una persona: cambiando el vestuario, limpiándolo, trayéndolo a misa", dice.

La investigadora explica que la Candelaria cierra un ciclo que comienza la noche del 24 de diciembre con el nacimiento de Jesús, continúa el 6 de enero con la Epifanía, cuando presentan al niño Dios desnudo, y concluye el 2 de febrero con su presentación en el templo, vestido con sus mejores ropas. Pero esta tradición de vestir al Niño Dios se está perdiendo, dice Galicia. "Cualquiera puede partir la rosca, pero no todos llevan al niño a la iglesia como corresponde para cumplir con todo el conjunto ritual", dice.

Vía: EL S.D. T.
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