Luis Omar Montoya Arias y la historia de la música ranchera
Para Luis Omar Montoya Arias, la música norteña mexicana es un asunto de tradición. Con ella comparte un vínculo existencial desde antes de su nacimiento. Su padre, oriundo de Acapulco, fue compositor y trabajó en una disquera donde conoció a su madre, Pascuala Arias, y a la hermana de esta, María Arias, nativas de Pénjamo, Guanajuato. Las Hermanas Arias conformaron un dueto de música ranchera. En este contexto familiar, el historiador mexicano creció rodeado de músicos, instrumentos, cancioneras, cantadoras, compositores, mariachis y norteños.
“Tenía un tío llamado Margarito Calero Martínez 'El Acordeón del Bajío', un músico norteño de suma importancia para el Bajío mexicano. Calero trabajaba en Ferrocarriles Mexicanos y por las tardes formaba músicos de bajo sexto y acordeón —como los hermanos Mexicano de Irapuato—. Estuve un tiempo aprendiendo a tocar el acordeón norteño con él, solo que el proceso se interrumpió porque murió de un infarto, de forma inesperada”.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el historiador mexicano adscrito con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), señaló que fue primero con la muerte de su abuela Concepción Cano y después con la de su tío Margarito Calero, cuando tomó conciencia sobre la importancia que tiene escribir la historia de las músicas populares mexicanas, comprendiendo también que las tradiciones orales quedan fuera de las élites.
La muerte influyó para que Montoya Arias dejara inconcluso su aprendizaje del acordeón norteño y se distanciara de este hasta su ingreso a la licenciatura en historia en la Universidad de Guanajuato (UG), donde se volvió a conectar con el fenómeno desde el campo de la investigación. En su área, es uno de los investigadores más importantes y sus estudios son referencia obligada para todo interesado en la música norteña mexicana y la banda sinaloense.
La música desde las ciencias sociales
Como especialista en músicas populares, Luis Omar Montoya Arias ha abordado los temas del narcocorrido en Sinaloa (tesis de licenciatura en historia), las bandas de viento en el sur de Guanajuato (tesis de maestría en historia) y la música norteña mexicana en Colombia, Chile y Bolivia (tesis de doctorado en historia). Actualmente cumple con el segundo año de una estancia posdoctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en la Universidad de Guanajuato.
Escribir la historia de la música norteña mexicana implicó un reto para Montoya Arias, quien reconoce en el doctor Jorge Amos Martínez Ayala, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, al maestro que lo llevó de lo biográfico al razonamiento teórico-conceptual.
Dr. Luis Omar Montoya Arias.“Se trataba de complejizar (sic) el estudio de las músicas populares. El trabajo que hacemos los investigadores sociales es muy importante. Lo mío tiene mucho de revolucionario, en tanto voy contra el discurso oficial. Escribimos la historia de los subalternos, de los olvidados, de los pobres, de la raza mexicana”, sentenció.
En el desarrollo de su investigación de doctorado en el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Peninsular —que forma parte de los Centros Públicos de Investigación del Conacyt—, Montoya Arias concibió la música norteña mexicana como un producto de la industria del espectáculo que surgió entre la depresión de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. Es, además, una creación binacional México-Estados Unidos y un producto de la migración mexicana.
“Mi tesis doctoral es una forma de abordar el fenómeno. Desde luego, podemos aproximarnos al problema desde otras perspectivas académicas. Música norteña mexicana remite a procesos económicos complejos que involucran al norte de México y al sur de Estados Unidos. Hoy podemos discutir si la banda sinaloense también es música norteña. Además, la música norteña mexicana es un fenómeno social vigente”, apuntó.
Durante una estancia Conacyt en Chile (2012-2013), el historiador mexicano descubrió gracias a Marisol Facuse Muñoz, su asesora, la propuesta del sociólogo estadounidense Howard Saul Becker en torno a los mundos del arte, que son el centro de la tesis doctoral que desarrolló en el CIESAS Peninsular. “Se piensa que la música pertenece únicamente al músico —quien sube al escenario—. Becker dice no, para convertirse en un proceso social la música necesita del público, del boletero, de las disqueras, de las radiodifusoras, de los periodistas, incluso, de los historiadores. La música es un mundo del arte del que participan los investigadores”.
Los que escriben la historia de la música popular forman parte de los mundos del arte. En sus relatos, el arte necesita de los científicos sociales. “La visión de Howard Becker es revolucionaria, permite acercarnos al mundo de la música norteña mexicana desde los fabricantes de bajo sexto, desde los vendedores de discos, desde los representantes artísticos, desde los promotores musicales, desde los productores de caravanas artísticas en el Bajío mexicano y desde los forjadores de esta tradición”.
Por ejemplo, sin el reconocimiento de la historia oficial, la familia de cirqueros mexicanos los hermanos Atayde difundieron la música popular mexicana en Sudamérica a través de sus espectáculos itinerantes. En sus giras continentales promovían al mariachi, a la música norteña y a los cantantes rancheros. La mayoría de las veces los músicos eran chilenos, venezolanos y colombianos, pocas veces mexicanos. Esto muestra que las músicas populares mexicanas fueron difundidas por artistas latinoamericanos y lo mexicano es un discurso universal que tiene su importancia en países tan lejanos como Holanda y Croacia.
Música norteña y contexto social mexicano
Para Montoya Arias, la música norteña mexicana se puede abordar desde la instrumentación, la narrativa, el componente visual y sus representaciones cinematográficas. “Es muy interesante ver la incursión de la música norteña en el cine mexicano con Piporro en 1960 (Calibre 44) y después en la década de 1970 con Valentín Trujillo (Un hombre violento). Los Tigres del Norte, por ejemplo, son un fenómeno de la década de 1970. El narcocorrido responde a un contexto económico”.
Otra gran coyuntura es la de principios de la década de 1990. Con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la entrada del neoliberalismo salinista, aparecen bandas como Intocable y Grupo Pesado (1993). “Es otro rompimiento. La música norteña se aburguesa. Gana reconocimiento nacional, pero pierde identidad regional y esencia”.
Para Montoya Arias, el fenómeno actual del norteño-banda resulta interesante porque fusiona dos tradiciones musicales: la banda sinaloense y la norteña mexicana (Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas). Por otra parte, la música norteña mexicana se mueve en dos escenarios: el comercial y el tradicional. “Es un error afirmar que toda música norteña es comercial, hay que entender que su base existencial es la tradición”, acotó.
De la música norteña a las músicas populares
Gran parte de la labor académica de Montoya Arias está reflejada en la consolidación del Coloquio Internacional de Música Norteña, que en sus tres ediciones ha tenido como sedes Michoacán (2014), Nueva York (2015) y Yucatán (2017). En la tercera edición participó como conferencista magistral Juan Carlos Ramírez-Pimienta, adscrito a la academia estadounidense. Es un evento incluyente, innovador, necesario y crítico.
“La música mexicana es un universo inacabable, siempre te muestra cosas excitantes. En el proceso del doctorado al posdoctorado, amplié mi horizonte. Hoy rastreo la música popular mexicana en Brasil, Argentina y Uruguay, financiado por el Conacyt”.
Como parte de su investigación de posdoctorado, Montoya Arias sigue los pasos del bolero mexicano en Brasil y le da vida al Seminario Permanente Internacional de Músicas Populares Mexicanas por el Mundo, evento académico fundado por él. La primera edición tuvo lugar en mayo de 2016 en la Universidad de Guanajuato y contó con la participación de Saulo Sandro Alves Dias y Gustavo Alonso, investigadores brasileños. Para la segunda edición, están invitados los doctores brasileños Allan de Oliveira y Danilo Dunas, quienes hablarán de la influencia musical mexicana en Brasil.
El investigador agradeció a Benjamín Valdivia Magdaleno, investigador de la Universidad de Guanajuato, por el apoyo incondicional brindado durante su estancia posdoctoral Conacyt (2015-2017). “Estamos en el proceso de consolidación del proyecto académico. Es una alianza México-Brasil. Los investigadores brasileños estudian la presencia cultural mexicana en Brasil. Hablan de rancheras, corridos y boleros en el país amazónico”, finalizó.
Vía: Marytere Narváez
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